domingo, 26 de febrero de 2012

ESPERPENTOS DIARIOS. 2. Siempre hay excusas para hacer bobadas

Normalmente vivo sola o eso me creo yo, porque a veces, tengo mis dudas, pero aclaro, no tengo ningún miedo. Hoy me ha tocado la broma del fantasma gamberro. Os contaré lo que me ha ocurrido:
Llevo unos días ordenando esos cajones repletos de tesoritos inútiles. Hoy, después de ducharme con un gel (de tamaño familiar) casi finiquitado, he pensado que era el momento de vaciar todos esos frasquitos tan monos, que recoges en los hoteles cuando llevas tu propio gel y champú en tu bolsa de aseo, y que recuerdas con desánimo en qué cajón los dejaste en casa, cuando coincides en un hotel donde te obsequian con esos terribles sobrecitos de escaso contenido y que difícilmente puedes abrir con las manos mojadas. Yo recurro siempre a los dientes para abrirlos aunque no puedo evitar el comer algo del detergente que contienen.
Bueno, pues con paciencia he empezado a volcar el contenido de los pequeños frasquitos, en el envase grande casi vacío de gel,  pero como no he podido quitar el tapón, encajado con la furia de una máquina industrial, la mitad del líquido se ha vertido fuera del ridículo agujerito por el que yo pretendía rellenarlo. ¡Trabajo en vano! y eso que me ha llevado un buen rato hacerlo.
Y lo mismo he hecho con el champú, este con un tapón fácilmente desenrroscable,  un envase muy cómodo de usar (empujo con la palma de la mano y cae el chorrito de champú). Esta actividad ha sido fácil. Cuando he terminado, en mi ducha había una explosión de colores, porque en ese envase transparente,  de champú asimismo transparente, ha caído champú azul y champú amarillo, y no se han mezclado los colores sino que se han sobrepuesto en pisos de artísticos colores, en el mismo orden en el que entraban. Otra cosa será cuando me lave el cabello con ellos.
Cuando he terminado la faena, me he dado cuenta de que todavía me quedaban unas cuantas cosas que hacer. He tenido que limpiar todo el gel derramado que ha dejado el envase grande extraordinariamente pringoso, y un buen cerco en el mármol del lavabo, he tenido que ocuparme de llevar primero, los frasquitos de plástico pequeños, vacíos, a la bolsa del reciclaje de plástico, y a continuación he guardado los tapones en la bolsita del reciclado de los tapones para que no sé qué fábrica, abone a no sé quién, no sé cuántos pocos céntimos por llevarlos. Yo contribuyo, llevo la bolsita y la vuelco en una caja grande de cartón. ¡Supongo que es poco rentable esta actividad!
 He hecho lo que creía debía hacer, pero no sé por qué será,  me siento una perfecta idiota. Vuelvo al principio: os contaba que el gel lo he rellenado por el agujerito que me permitía derramar alegremente todo el gel fuera del envase, pero no ha habido problema con su tapón; sin embargo, curiosamente ha sido el tapón-pistola del champú con su largo canutillo por el que asciende el champú para salir, el que ha desaparecido, literalmente se ha esfumado. Recuerdo haberlo dejado en el lavabo, pero al ir a tapar el envase, el tapón ya no estaba. He buscado por el suelo, en la bañera, en el bidé, he desarmado la bolsa de reciclar plásticos, he revuelto la bolsa de reciclar tapones, y he ido hacia atrás y hacia adelante por la ruta (muy larga me ha parecido) del baño a la cocina, y nada. ¡Missing! ¡Desvanecido! ¡Evaporado! El tapón se ha escabullido entre los envases pequeños y se ha fugado.
Alguno de esos fantasmas que conviven en mi casa, me ha gastado una broma, “Toma, por perder el tiempo en bobadas!”. Mi madre me habría dicho, pero ¿has buscado bien?, y yo muy digna le habría respondido “¡Mujer!, no voy a buscar en el cajón de los cubiertos!”, pero no le he dado la oportunidad de mosquearse con una respuesta irónica porque ni se lo he contado.
Ahí se ha quedado el magnífico envase del champú, coloreado y sin tapón para recordarme que, a estas alturas de la vida, no es preciso ser tan espartana y aprovechar todo, pero la verdad es que me daba lástima tirarlos, y ustedes dirán “¿para qué los cogiste?”, pues miren, porque eran tan bonitos…. Unos por sus tapones de colores, otros por sus redondeces o porque eran esbeltos cilindros, o porque venían de un hotel exótico, o porque traían consigo algún recuerdo.
Siempre hay excusas para hacer bobadas.

sábado, 25 de febrero de 2012

El exilio republicano de 1939 y la segunda generación

Con este título, la editorial Renacimiento acaba de publicar  un grueso volumen, editado por Manuel Aznar y José Ramón López García, en el que se rinde homenaje a la "segunda generación", la de los"niños de la guerra" que tuvieron que abandonar España a causa de la Guerra Civil Española. Son los hijos de los exiliados, los niños que no eligieron destino. De los lugares donde crecieron, recibieron una nueva cultura que les hizo ocupar un espacio fronterizo entre dos mundos. El Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL) celebró su Cuarto Congreso Internacional en diciembre de 2009, en la Universidad Autònoma de Barcelona (UAB). Allí se reunieron no solo los estudiosos y críticos literarios sino alguno de los protagonistas de este exilio, que ofrecieron su voz, su testimonio, en primera persona, y explicaron detalles de sus biografías y se demoraron aclarando cómo vierten sus experiencias en creaciones literarias: Federico Patán en su novela Último exilio (1986), Maruxa  Vilalta y su obra dramática, Roberto Ruiz en su relato El cruce del Ebro, Tomás Segovia con un relato inédito, El acorazado, Fernando Aínsa, Aitana Alberti, María Álvarez del Vayo, Enrique Cerdán Tato o Ángel Gutierrez, todos ellos desconocidos en la Historia de la Literatura Española.  
La clausura del Congreso se celebró, en un día invernal, frío y ventoso, en Colliure, ante la tumba de  Antonio Machado, lugar elegido por su simbolismo en el exilio. Allí, envuelto en una bandera republicana, fue enterrado el poeta un 22 de febrero del año 1939 (casi, casi, pocos días después, tras 73 años, hoy recordamos este evento), y a las cinco de la tarde (esa hora trágica en que el torero da muerte al toro en la plaza).  Según relata su hermano José, seis milicianos llevaron a hombros el féretro con el cuerpo de Machado hasta su tumba,  acompañados por todo el pueblo de Colliure con su alcalde a la cabeza.
El profesor Jacques Issorel fue el experto guía del "Itinerario machadiano" por Colliure. De él conservo un interesante libro titulado "Colliure 1939. Últimos días de Antonio Machado. Con una selección de poemas escritos a Antonio Machado exiliado", edición bilingüe que se lee en francés y en español. Allí se narran curiosas anécdotas. Leemos por ejemplo que Machado fue enterrado primero en un panteón  propiedad de una familia amiga de Madame Quintana, a la espera de que su país, España, lo reclamara; pero los acontecimientos que siguieron a la guerra no favorecieron que fuera posible, y cuando la familia francesa necesitó el lugar que ocupaba en su panteón, se hizo un llamamiento para poder trasladar al poeta y a su madre, que murió tres días después que él, a una tumba digna. La respuesta fue multitudinaria: el Ayuntamiento de Colliure donó el terreno donde se construyó una sencilla tumba con los donativos que venían del mundo entero (Pablo Casals, Albert Camus, André Malraux, René Char, etc.) y que ascendieron a 413.570 francos antiguos. El 15 de julio de 1958 se trasladaron los restos mortales de Antonio Machado y de su madre Ana Ruiz al lugar donde reposarán para siempre.
Asistimos además a una representación teatral, Último viaje de Antonio Machado, entrañable y emotiva obra de Marco Canale que recrea los últimos días de la vida del poeta en Colliure.  Escuchamos los testimonios de Serge Barba y de Carmen Negrín. La velada concluyó con la visita a la tumba de Antonio Machado sobre la que se depósito un centro de flores tricolor.
Foto: E. García de León
Pensión "Quintana", donde pasaron Machado y su familia sus últimos días

Foto: E. García de León
Calle con nombre y placa conmemorativa del poeta, donde se ubica la casa donde vivió, en Colliure
Foto: E. García de León
Tumba donde yacen los restos de Antonio Machado y su madre Ana Ruiz, cubierta de los más variados objetos: flores, escritos, recordatorio de versos y dedicatorias de la más diversa índole, fotos, cuadros, etc.
En la cabecera de la tumba se observa un buzón (a la derecha de la foto), colocado a principios de los años 80 por la Fondation Antonio Machado de Colliure, con una curiosa finalidad: contener los numerosos mensajes dirigidos al poeta, desde todas partes del mundo, con un sencillo destino: Antonio Machado- Colliure- Francia. Allí se conservan numerosos testimonios de admiración y cariño, que antes de poner el buzón se los llevaba el viento o eran destruidos por la lluvia. Unos son hojas de una agenda o de un cuaderno escolar, otros son primorosos mensajes de cuidada caligrafía y papel especial.

Foto: E. García de León
 Manuel Aznar Soler y Aitana Alberti, en la cabecera de la tumba machadiana

Foto: E. García de León
Con el centro de flores tricolor
Foto: E. García de León
A los pies de la tumba hay una placa en la que se leen unos versos del poeta: "Mi corazón está donde ha nacido, / no a la vida, al amor... cerca del Duero" (del soneto Sueños dialogados II).  Y debajo se lee: "Placa erigida por suscripción popular de los sorianos en 2007, centenario de la llegada del poeta a Soria".


Leer más sobre uno de los niños de la guerra, Michel del Castillo:
La voz de la memoria, perturbada por el drama personal de Michel del Castillo. Un caso de docuficción. En:

viernes, 24 de febrero de 2012

Venecia desde otra perspectiva

 Foto: E. García de León
Gaviota en San Marcos

Foto: E. García de León
Campaneros observados con atención eterna 

viernes, 10 de febrero de 2012

Crematorio de Rafael CHIRBES

Vuelve a estar de actualidad la sociedad española de las últimas décadas y la corrupción urbanística, que ha sido retratada implacablemente por Rafael Chirbes. La causa es la reposición en televisión de la serie de ocho episodios de cincuenta minutos cada uno, inspirada en la novela titulada Crematorio, que en 2007 ganó el Premio Nacional de la Crítica.
Canal + estrenó el 7 marzo 2011 una versión teleserie de la novela (que se podía ver los lunes a las 22 horas). Ahora se repone la noche de los lunes de la Sexta. Ganadora del Premio Ondas 2011 a la Mejor Serie Nacional, y Premio de la Crítica “a lo mejor del año” en el Festival de Vitoria, la protagoniza Pepe Sancho, acompañado por Juana Acosta y Alicia Borrachero.
La tensión e intriga que ofrece la serie, en la línea del género negro y policíaco, no es exactamente lo que encontramos en la novela, por una razón obvia que es el hecho de que el lenguaje de una novela y el de una serie audiovisual es distinto. El resultado audiovisual no es más que una lectura de la novela.
Por otra parte, Chirbes, en su novela, no pretende contar unos sucesos conocidos por todos, ni denunciar un estado de corrupción, sino que trata de desvelar las frustraciones del ser humano y cómo el desequilibrio emocional a causa de las traiciones no es fácilmente recuperable. De este modo el auténtico tema es la herencia que deja un fracasado, un especulador que es despreciado por quienes le rodean, que por otra parte viven en torno a él y a costa de él. Rubén Bertomeu es el símbolo de que nadie puede gozar gratuitamente sin cargar con la culpa de ello. Representa la paradoja del hombre actual y sus contradicciones.
Rubén fue un joven con inquietudes que pretendió crear un taller artístico reuniendo arquitectura (representada por él), pintura (Montoliu) y literatura (Brouard), y como muchos de los personajes del universo narrativo de Chirbes, pierde sus ideales en el camino y se enriquece con negocios sucios. Lo peor de todo este panorama es que son los individuos cultos los que destrozan aquello que pretendían construir. El propio título simboliza esta idea, porque en el crematorio se incinerarán los restos de Matías (hermano de Rubén), y en el crematorio del tiempo se han hecho polvo los ideales de las generaciones que están ahora en el poder.
Crematorio fue elegido por la crítica como el mejor libro de ficción de 2007, y obtuvo el Premio Cálamo “Libro del Año 2007”. La crítica coincidió en la dureza del tratamiento del tema en ella. “Una novela implacable en la que no se salva nadie, en la que el narrador asume una tarea de notario de la demolición, de forense de las utopías que con un bisturí realista y sin aspavientos dramáticos va constatando los estragos de una galería de seres" (Iñaki Ezkerra, El Norte de Castilla).
Junto con una colega alemana, la doctora Ehrlich, nos reunimos con Rafael Chirbes en noviembre de 2010, en Munich, donde asistía a un “Forum-Autoren”.













Allí mantuvimos con el escritor una interesante charla en la que explicó sus diferencias respecto a la literatura de la memoria, tan de moda y tan ajena a él, porque le parece una literatura “servil”. La literatura de la memoria ha buscado solo la memoria de determinados años, los de la Guerra Civil y la Transición, pero la memoria del pelotazo no se tocó. La memoria, por intereses individuales o políticos, toma unos datos y abandona otros, por lo que puede resultar una memoria falsificada. El pelotazo empezó en víspera de las Olimpiadas, la Expo de Sevilla, el AVE, las leyes de alquileres que permitieron renovar los alquileres viejos en el centro de las grandes ciudades, etc., todo lo cual pone en marcha la especulación. Chirbes explica cómo cada uno tiene “memoria a su manera”. “Yo doy- -comenta- una reconstrucción de lo que aprendí o lo que me llegó a través de mi familia. No soy novelista de la memoria, yo he escrito sobre mi tiempo, lo que he hecho es recoger las contradicciones de mi tiempo. Como la narración que yo escuchaba, no coincidía con lo que yo veía, he contado mi versión de los hechos”.
Todos sabemos que se crearon unas leyes que otorgaban a los responsables de urbanismo la facultad de recalificar y dar permisos, con alcaldes de cualquier partido político. Ese es el mundo en el que se desarrolla la historia tratada en Crematorio. Pero la literatura tiene un espacio distinto al de la historia, aunque nazca desde ella y se cruce con ella; por esta razón la historia en la literatura es representativa del tiempo que le toca vivir.
Crematorio podía parecer (pero me he empeñado en que no fuera así) un reportaje o una novela policíaca. Toda la novela se resuelve en el plano del lenguaje. No hay nudo, no hay tensión, no hay misterio, ninguna intriga que resolver. Toda la tensión y el nudo lo provocan el lenguaje.”
La novela nos introduce en un dilema moral para que tomemos una opción. No hay héroes, ni hay esperanza, ni aparece Dios. “Contar mi tiempo. Poner el contrapunto a lo que veo y oigo”-es lo que hace Chirbes.
Cuando le preguntamos al escritor acerca de la serie televisiva basada en su novela, contesta llanamente: “He visto los guiones. No tienen que ver con el libro. E inmediatamente aclara nuestro estupor explicándonos que han pagado los derechos de la novela y pueden hacer con ella la lectura que quieran, “que hagan con la novela lo que quieran. Si te pagan es para hacer lo que ellos quieran”.
Semejante es la idea que Gabriel García Márquez plantea acerca de esto:
"...el texto que uno escribió ya se habrá diluido en un conjunto de sonidos e imágenes elaborado por otros, los miembros del equipo. El gran caníbal es siempre el director, que se apropia de la historia, se identifica con ella y le mete todo su talento y su oficio y sus huevos para que se convierta finalmente en la película que vamos a ver. Es él quien impone el punto de vista definitivo, y en ese sentido es mucho más autoritario que los guionistas y los narradores. Yo creo que quien lee una novela es más libre que quien ve una película. El lector de novelas se imagina las cosas como quiere-rostros, ambientes, paisajes...- mientras que el espectador de cine o el televidente no tiene más remedio que aceptar la imagen que le muestra la pantalla, en un tipo de comunicación tan impositiva que no deja margen a las opciones personales".
Fotografías: E. García de León

lunes, 6 de febrero de 2012

DICKENS. Bicentenario

El próximo 7 de febrero de 2012 se celebra el bicentenario del nacimiento de Dickens. Las editoriales han sido las primeras en recordarlo, reeditando algunas de sus obras. Por ejemplo, Alba nos ofrece una nueva traducción, en edición de lujo, de La pequeña Dorrit, (impresa en papel o para E-Book), y reedita además otras obras como David Copperfield.
Espasa hace una edición especial de Cuento de Navidad, en la que recopila otros relatos como “La historia del pariente pobre” o “Los siete vagabundos”.
Y Nocturna ediciones nos regala una nueva traducción, fiel al original, de La tienda de antigüedades, una de las novelas de Dickens más desconocidas en España y sin embargo una de las que más fama dieron al autor, quien la publicó por entregas entre 1840 y 1841, y que en traducciones anteriores se titulaba Almacén de antigüedades.

Pero a mí me llama extraordinariamente la atención el libro que Impedimenta editó hace años, Para leer al anochecer (2009), en el que se recogen trece de las más conocidas y terroríficas historias de fantasmas escritas por Dickens, tan aficionado a lo sobrenatural, incluso en sus novelas largas como Grandes Esperanzas o en Canción de Navidad.

Son los siguientes relatos: “El fantasma en la habitación de la desposada”, “El juicio por asesinato”, El guardavía”, “Fantasmas de Navidad”, “El Capitán asesino y el pacto con el Diablo”, “La visita del señor Testador", ”La casa encantada”, "Cuatro historias de fantasmas", "La historia del retratista", Pálpitos confirmados", "El niño que soñó con una estrella", etc.

Lo más curioso es ver cómo Dickens aplica lo fantástico a lo cotidiano de tal manera que conserva los elementos clásicos de este tipo de relatos (de fantasmas) e incorpora elementos nuevos que los dotan de modernidad. “El Guardavía”, por ejemplo, narra en primera persona, de manera progresiva, cómo inexorablemente el horror y la realidad caminan de la mano. Un accidente real del tren en que viajaba, y que afectó a su salud mental, es el punto de partida de este relato de la historia de un fantasma que surge de un oscuro túnel, para avisar al guardavía de la proximidad de una desgracia.

Un interesante contraste entre el progreso representado por el tren y las creencias representadas por la presencia del fantasma. El desarrollo del hombre y el progreso son precisamente quienes traen la muerte que el espectro, que representa la superstición y el atraso, trata de anunciar. Lo real y lo sobrenatural se encuentran en el entorno cotidiano del guardavías, dando lugar a una alteración sicológica del lector que siente el mismo miedo real, que siente el protagonista, ante la posibilidad de que alguien nos anuncie la muerte. Y esta alteración hace que el miedo no se acabe tras la lectura sino que persista en la memoria.

Precisamente es el fantasma de Pacto con el fantasma quien considera la memoria como "el veneno de (su) existencia" y así convence al profesor Redlaw, a quien agobia y entristece el recuerdo de sus desgracias. "¡Si pudiera olvidar, olvidaría!"- exclama, "toda memoria humana está cargada de tristezas y de inquietudes", e inmediatamente, utilizando la facultad de escoger que el fantasma le permite, acepta el pacto: "Sí, acepto el pacto. ¡Sí! ¡Quiero olvidar mis amarguras y pesadumbres!". Sin embargo, las cosas casi nunca son como uno espera, y William Redlaw desea romper el pacto.No es este el desenlace del relato, pero la ayuda de otro personaje ayuda a restablecer el equilibrio perdido. El relato termina con la observación de un retrato, bajo el cual figura un lema: "¡Señor, conservadme la memoria!"

Lo cotidiano vuelve a recuperar el equilibrio que se ha roto con la intervención de lo sobrenatural. Dickens vuelve a mostrar su habilidad con la trama del relato y sus recovecos.